Crítica: El niño y la garza, y su doblaje latino

Studio Ghibli y Hayao Miyazaki vuelven con todo, y como nunca.

La nueva obra de Studio Ghibli y el director Hayao Miyazaki está teniendo su estreno en cines de varios países de Latinoamérica. El niño y la garza (君たちはどう生きるか) es un largometraje animado de fantasía, de clasificación B, +13 o PG-13 según el territorio.

Sinopsis: Transcurre en la Segunda Guerra Mundial. Un niño de 11 años ha perdido a su madre, y se muda a la casa de la nueva esposa de su padre. En esa mansión junto a la laguna, empieza a ser visitado por una misteriosa garza gris parlante, quien tiene la misión de guiarlo en una mágica búsqueda.

La anticipación:

Fuerte abstinencia sufrieron los amantes de Studio Ghibli: la última película cinematográfica enteramente producida por el estudio japonés fue El recuerdo de Marnie, en 2014. Desde ese entonces el estudio se vio forzado a cerrar su producción por tiempo indeterminado, debido a problemas financieros. En el intermedio fue liberando algunos productos más modestos: una aclamada película co-producida con estudios de Europa (La tortuga roja, 2016), y un par de no muy aclamadas obras televisivas animadas en 3D (Ronja, la hija del bandolero, 2015; Earwig y la bruja, 2020). El niño y la garza marca no sólo el regreso a los cines del estudio japonés, sino también de su director estrella, Hayao Miyazaki, una década después de su último largometraje (Se levanta el viento, 2013).

A través de sus anteriores once filmes de larga duración, el catálogo de Hayao ha mantenido un estilo particular e identificable (visual, musical, temático). Al mismo tiempo tuvo notables variaciones en su carácter: pasando de obras infantiles o familiares a otras más exclusivamente adultas. El espectador veterano sabe que… ¡nunca se sabe! ¿Qué esperar de un artista que puede pasar directamente de Ponyo (alegre, mágica y casi preescolar) a Se levanta el viento (seria, realista y madura)? Y el hecho de que se la anunciara como su “última película” tampoco anticipa algo, porque ya es como su quinta “última película”. Pues bien, con todo eso, casi está de más mencionar que El niño y la garza está llena de sorpresas.

El arte de la confusión:

En esta nueva cinta prevalece lo cualitativo y estilístico que se ha de esperar de tan afamados artistas. No obstante, hay algo que separa esta obra del resto del catálogo Ghibli: su relato. La historia contada en El niño y la garza podría ser considerada la más compleja, críptica y confusa de las llevadas a la gran pantalla por esta empresa japonesa.

Una recomendación muy común con películas como El viaje de Chihiro, o El cuento de la princesa Kaguya, es que conviene verlas mínimo dos veces. La primera es para conocer la trama, para superar la intriga en cuanto al nudo y el desenlace. La segunda es para apreciar mejor el arte visual y musical, captar los detalles. Con El niño y la garza parece ocurrir lo opuesto: Concluida la primera visualización, la intriga se incrementó. El espectador puede llegar a quedarse con más preguntas que respuestas. Y la incógnita que prima es: ¿hay algún sentido, o es puro divague?

La confusión puede generar cierto rechazo en un sector del público, como el que causan las obras vanguardistas, el desprecio hacia lo que “no se entiende”. El desafío con este tipo de obras de arte es que ponen en evidencia la función creadora que puede tener el espectador. El espectador se vuelve también creador cuando elabora, en su mente, su propia interpretación del producto artístico; y es con productos como este que pueden apreciarse las múltiples interpretaciones. A su debido tiempo llegarán los análisis en profundidad que se puedan hacer a esta obra. Críticos, streamers, escritores, o cualquier tipo de profesionales podrán realizar investigaciones y sacar las más inesperadas conclusiones filosóficas, políticas, psicológicas. De hecho, ya circulan por internet unas cuantas versiones: procuran relacionar al filme y sus eventos con la biografía del director, o verla como una metáfora de la historia de Studio Ghibli y su legado. ¡Todas son válidas! Lo triste sería confiarse de que haya una interpretación definitiva, limitando así el viaje al que este indescifrable Hombre-Garza quiere llevarnos.

En conclusión, se trata de otra gran añadidura a la honra de Ghibli y Miyazaki. Una experiencia maravillosa de animaciones en continua metamorfosis, paisajes esplendorosos y la deleitosa música de Joe Hisaishi. Todo eso en torno a un relato complejo y extraño, que llenará de curiosidad al espectador genuinamente dispuesto; ya sea que busque encontrarle el sentido misterioso, ¡o disfrutarlo como puro divague! ¿Por qué no?

 

Sobre el doblaje latino:

El doblaje fue realizado en el estudio mexicano Cine Dub, dirigido por Leyla Rangel, con el guion traducido por Ana Isabel Iturbe. Es un doblaje correcto; dejó sin audio unos segundos de diálogo, pero no es algo grave. Los actores hacen gala de su talento, especialmente Alfonso Herrera, quien interpreta al Hombre-Garza dándole esa “voz de ave” tan peculiar como lo hace el actor original Masaki Suda. Sin embargo, un punto discutible para el doblaje es la elección de Emilio Treviño como la voz de el personaje principal Mahito Maki.

Treviño es un gran actor, notable en el mundo animado por interpretar a Miles Morales en la saga del Spider-verse, la otra gran contendiente para las premiaciones de este año. Pero por más bien que actúe, su voz ya es la de un adulto (o a lo sumo, de un joven), y no encaja con este personaje que tiene 11 años. ¡Mucho menos en las escenas flashback de cuando estaba en edad preescolar! Esto no es una falta del actor, sino de quien se haya encargado de seleccionarlo en el casting. El Emilio Treviño que dobló a Norman Babcock (el de ParaNorman) hace más de diez años hubiese quedado muy bien, pero el actual no. Es cierto que el actor japonés original, Soma Santoki, tampoco tiene una voz muy infantil que digamos; es un empate si quieren, ambas versiones tienen ese detalle, pero no es excusa.

Con eso dicho, el espectador bien puede acostumbrarse a la voz de Treviño. Se siente muy fuera de lugar en las primeras escenas, en el mundo real, pero para cuando empieza la aventura fantasiosa, el hecho de que un nenito tenga voz de hombre es la menor de las extrañezas. Por hallar algún caso afín: Algo similar sucedía con el doblaje latino de Coraline, donde la protagonista para nada sonaba como una niña, pero estaba en un mundo tan alocado, que se podía dejar pasar como una excentricidad más.

Otra compañera de Mahito en su travesía es una niña llamada Himi (cuya verdadera identidad el espectador adivinará muy rápido). En el doblaje latino es interpretada por Elizabeth Infante, una voz que ya se está volviendo frecuente en el anime: es Chika Fujiwara en Kaguya-sama, love is war y Anya Forger en Spy×Family, por mencionar un par de pelirrosas.

Entre el elenco secundario vale mencionar a Gerardo García y Marisol Romero como el padre y la madrastra de Mahito; Salvador Delgado como el rey de los periquitos (hay varias comunidades animales en esta película); Maru Guzmán como la anciana Izumi (hay muchas ancianitas en Ghibli); Valca Ponzanelli como la pezcadora Kiriko y Alejandro Villeli como el enigmático tío bisabuelo de Mahito.

Hay toda una generación de fans paranoicos, traumados por los doblajes hispanoamericanos de las películas de Studio Ghibli. Varias de ellas fueron redobladas dos veces por los cambios de distribuidora (para cines, para DVD, para stream). Y dentro de los diversos doblajes también hubo calidades diversas (muy buenos y muy malos). Todo eso lo cuento porque, como fan de Ghibli, ya me da miedo encariñarme con el doblaje de cines de El niño y la garza, ¡no vaya a ser que luego lo reemplacen!

Puntaje: 09/10

Martin D. Herrera Morris

Editor en Bubbleblabber Español. Colaboró en medios como Charmeleon Shiny Oficial y Naranjita Cine.

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